
El entusiasmo el miércoles entre los demócratas era evidente. Si los resultados de la segunda vuelta electoral en Georgia se mantienen, el partido controlará la Cámara de Representantes, el Senado y la Casa Blanca por primera vez en más de una década. A la espera de concretar las cifras finales, Raphael Warnock y Jon Ossoff lograron el sorpasso y arrebatar a los republicanos Kelly Loeffler y David Perdue los dos escaños en juego en la Cámara Alta.
Un escenario que Wall Street encajó con subidas frente a los escenarios previos planteados por algunas mesas de inversión. Las expectativas de un mayor gasto público animaban al Dow Jones con subidas de casi un 2% y llevaban al S&P 500 hasta nuevos máximos. El Nasdaq Compuesto, que comenzó la jornada dejándose más de un 1%, recuperó terreno a lo largo de la jornada.
Y es que las preocupaciones iniciales de los inversores, que descontaban impuestos más altos o mayor presión regulatoria para los gigantes de la tecnología ante este escenario, se moderaron. Al fin y al cabo, la mayoría demócrata es tímida, por lo que no se esperan cambios inminentes.
"La probabilidad de un nuevo paquete de estímulo a corto plazo, quizás de otros 500.000 millones de dólares, divididos entre otra ronda o el aumento de pagos directos, una extensión de los beneficios por desempleo y ayudas a los gobiernos estatales y locales ha aumentado", justificaba Andrew Hollenhorst, economista jefe de Citi, a la hora de explicar la reacción del mercado americano.
En estos momentos, la hegemonía demócrata en el Capitolio se perfila ajustada. En la Cámara de Representantes cuentan con una ventaja de tan solo cuatro escaños mientras que el empate de 50 senadores en la Cámara Alta tendrá que contar con la intercesión de la vicepresidenta electa, Kamala Harris, para conseguir inclinar la balanza a su favor. ¿Significa esto que la agenda política del presidente Joe Biden y los demócratas será promulgada completamente?. Seguramente no.
Dadas las circunstancias es poco probable que se logre anular el conocido como filibuster en la Cámara Alta, lo que significa que se necesitarán 60 votos para aprobar buena parte de la legislación. Aunque eliminar este fórmula de obstrucción es posible, tanto los demócratas como republicanos más moderados han expresado su escepticismo al respecto. Además, algunas de las propuestas de Biden, como incrementar la inversión en infraestructura, podrían conseguir el apoyo de nueve o diez senadores republicanos.
Otra alternativa para los senadores demócratas reside en la reconciliación presupuestaria. Sin embargo, este mecanismo cuenta con unas reglas bastante rígidas, como que las políticas adoptadas deben ser de naturaleza presupuestaria y no deben aumentar el déficit más allá de 10 años. Además, redactar este tipo planes puede llevar mucho tiempo y generalmente sólo puede haber una reconciliación del presupuesto por año fiscal.
"Aumenta la probabilidad de algún alivio fiscal adicional moderado por la pandemia pero no una completa revisión de las políticas tributarias y gastos de la nación", señala Michael Pugliese, economista de Wells Fargo Securities. Desde el Centro de Política Fiscal, un think thank con sede en Washington, indican que cualquier tipo de cambio fiscal no llegará hasta 2022 dado que múltiples senadores demócratas han expresado su reticencia a subir los impuestos antes de garantizar una recuperación económica.
Cabe recordar que la agenda económica de Biden aboga por incrementar el impuesto de sociedades desde el 21% actual hasta el 28%. También busca duplicar la tasa sobre los ingresos obtenidos por las filiales extranjeras de las empresas estadounidenses desde el 10,5% al 21% y elevar el impuesto a las plusvalías desde el 23,8% actual al 43,4% para aquellos individuos y familias que ingresen más de un millón de dólares. Paralelamente, Biden se ha comprometido a derogar la deducción del 20% para los ingresos transferidos de las rentas más altas, cuyo IRPF podría aumentar hasta el 52%.